• La decisión de interrumpir el embarazo es solo de la persona que está gestando. El personal de salud y la sociedad en general deben respetar su elección, sin generar culpas, malos tratos, violencia o discriminación.
2. Creencias negativas: cuando las propias creencias en torno al aborto son negativas, las personas viven un estigma internalizado que les provoca sentimientos de culpa, vergüenza y autocrítica. De igual manera, experimentan temor al estigma y al rechazo en sus entornos sociales, especialmente de su familia.
• Que las personas se sientan dueñas de su cuerpo y sus decisiones, así como percibir el apoyo de su entorno, facilita el proceso.
3. Falta de información y malos tratos por parte del personal de salud: el estrés, enfado, preocupación y miedo al juicio social se originan por falta de información, atención deficiente, falta de transparencia sobre el proceso, vulneración de la confidencialidad, la seguridad y la privacidad. Asimismo, la falta de empatía, el trato impersonal -traducido en violencia obstétrica- por parte del personal sanitario puede producir sensaciones de juicio, soledad y tristeza, llegando en algunos casos a la depresión.
• La transparencia y la asistencia continua e integral del procedimiento puede ayudar a reducir el estigma. Las actitudes del personal de salud marcan la diferencia a partir del respeto de las decisiones de las personas, la comprensión, empatía, asistencia personalizada y atención a necesidades específicas.
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